Al mismísimo capitán todos ponían por las nubes.
¡Qué porte, qué naturalidad y qué gracia!
¡Qué solemnidad, también! ¡Cualquiera podía ver que era un hombre sabio, con sólo mirarle a la cara!
Había comprado un gran mapa del mar, sin un solo vestigio de tierra.
Y toda la tripulación estaba encantada, al ver que era un mapa comprensible para ellos.
“¿Qué utilidad tienen el Ecuador, el Polo Norte y las zonas de Mercator, los Trópicos y las líneas de los Meridianos?”
Así decía el capitán. Y la tripulación contestaba:
“¡Son solamente signos convencionales!”
“Otros mapas tienen formas, con las islas y los cabos, pero nosotros debemos agradecer a nuestro valiente capitán (así hablaba la tripulación) que nos haya comprado el mejor…
¡un perfecto y absoluto mapa blanco!”
Esto era maravilloso, sin duda, pero pronto averiguaron que el capitán, al que ellos tenían en tan buena estima, sólo tenía una idea para cruzar el océano, y ésta era tocar su campana.
Y toda la tripulación estaba encantada, al ver que era un mapa comprensible para ellos.
“¿Qué utilidad tienen el Ecuador, el Polo Norte y las zonas de Mercator, los Trópicos y las líneas de los Meridianos?”
Así decía el capitán. Y la tripulación contestaba:
“¡Son solamente signos convencionales!”
“Otros mapas tienen formas, con las islas y los cabos, pero nosotros debemos agradecer a nuestro valiente capitán (así hablaba la tripulación) que nos haya comprado el mejor…
¡un perfecto y absoluto mapa blanco!”
Esto era maravilloso, sin duda, pero pronto averiguaron que el capitán, al que ellos tenían en tan buena estima, sólo tenía una idea para cruzar el océano, y ésta era tocar su campana.
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